La (¿penúltima?)aventura en la que se metía este discreto aspirante a atleta, venía siendo anunciada con el tiempo aunque la idea de realizarla estaba latente en mi cabeza, tal vez desde el día en que crucé la línea de meta en mi primer (y único) duatlón. Seguramente no entraba en mis planes tirarme al agua tan pronto, y nunca mejor dicho. Pero si la ocasión la pintan calva, esta venía envuelta en papel de regalo, de manos de la más bella señorita que se pueda uno imaginar...Irrechazable. Y es que cuando te dicen que vas a tener la ocasión de debutar en tu casa, ante tu gente y en los medios con los que has convivido toda tu vida, tus miedos se vuelven motivaciones para estar ahí, dando lo mejor de ti.
Así que tras apenas dos meses de puesta a punto en el agua y con los pedales llegábamos al día de la prueba, si acaso todos con las mismas dudas. La natación era nuestro principal hándicap, de hecho sigue siendo mi (nuestro) gran punto de mejora, pero con entrenos y tenacidad avanzaremos en el camino correcto. Con las primeros rayos de Sol de un Domingo de Junio disfrazado de pleno Verano, me reúno con Fernan y Vicente en casa de éste último, juntos hemos preparado esta prueba en todos los sentidos, tanto con entrenamientos como en buscar los medios logísticos para este día. Nos ponemos en marcha hacia el punto de partida de la carrera. Allí nos reunimos como de costumbre con el resto de integrantes de ARC Alcoy, esta vez las camisetas cruzadas dan el relevo a ajustados monos con los que estamos todos de chiste. Andres y Josemi han venido a participar; Ana, Lucía(Mauro), Cristina, Cristinita y Antonio, vienen a darnos su apoyo... y de camino están los rezagados Vania, que viene con sus padres, y Masun que tambien viene cargada como Lucía pero ella con Elia. Por partes diríamos que Josemi es la referencia, triatleta consagrado y sólo con el pero de haber entrenado poco últimamente. Fernan relajado, sabe que el trabajo está hecho y aguarda tranquilo el momento de la salida. Andres atacado, repite una y otra vez que se va a casa, que eso no es lo suyo para acabar dándonos a todos otra lección en la carrera. Vicente optimista, conocedor de sus limitaciones piensa, o aparenta pensar, que va a mejorar todo lo entrenado y confía en los segmentos de bici y carrera a pie para realizar una buena prueba. Yo por mi parte estoy sorprendentemente tranquilo, o más de lo que me esperaba, si bien estoy un poco desganado, conforme avanzan los minutos me convenzo de que no voy a tener ningún problema. Y entre saludos, charlas y risas, por megafonía se avisa de la primera de las salidas, la de los federados, y todos nos ponemos en primera línea para contemplar ese imponente momento y de paso fijarnos en pequeños detalles que los novatos como yo desconocemos como la manera de salir, los sitios más saturados y el momento en el que te zambulles. Con la lección medio aprendida nos colocamos ya por fin en nuestra salida, decidimos ser prudentes y nos colocamos en la zona exterior, si bien haces metros de más, te expones menos a patadas, manotazos y ahogadillas que te pueden arruinar la mañana. Disparo al aire y a correr, las primeras brazadas son caóticas, nada de lo entrenado se puede llevar a cabo, tienes que ir con la cabeza por fuera para controlar todo lo que te rodea, la respiración es dificultosa, bien por la excitación o por la propia mecánica, pasan unos minutos y me voy poniendo en mi sitio, que no es el mejor, y de eso me doy cuenta más tarde, voy liberado, empiezo a dar brazadas como de costumbre, estabilizo la respiración y el ritmo, y siempre me veo dentro del grupo, en la cola pero en el grupo. Llegamos al primer espigón y veo demasiado cerca las piraguas, intento cambiar el rumbo acercándome a la costa, pero otro nadador me confunde haciéndome creer con su presencia que ya estoy en el sendero más propicio, casi sin darme cuenta nadando a la derecha de este atleta he ido a parar al extremo más alejado de la costa y ya que nuestro ritmo es parejo me veo obligado a detenerme, dejarlo pasar y hacer un cambio de rumbo en diagonal hacia la costa, cargándome esta maniobra aún de más metros a mis espaldas y perdiendo así el contacto con el grueso del grupo, ahora voy en fila india llegando al último espigón, a un ritmo paralelo al de los que me rodean, cuando saco la cabeza empiezo a ver gorros de los de la tercera salida (veteranos) que nos han alcanzado, aun así, llego a la orilla, salgo del agua y miro el reloj, pese al mal recorrido que he realizado el tiempo es más que decente, 27 minutos, y con el estímulo de ver ya a Masun en la mismísima orilla dándome su apoyo, tengo todo lo que necesito para afrontar la parte más dura de la carrera: la bici. Hago la transición sin agobios, en apenas minuto y medio estoy abandonando los boxes con las zapas puestas, el casco, los guantes, el dorsal y la bici en la que me monto buscando rapidamente la cadencia adecuada para ir deprisa pero recuperándome de la natación. Me familiarizo con los corredores que me rodean, me fijo en sus dorsales: Nico, Azaña, Taka... son algunos de los nombres con los que he compartido el recorrido, tras el primer llano, en los toboganes previos a la gran subida del circuito tengo el susto del día, al ser adelantado sin avisar se ha enganchado mi manillar con el del otro ciclista que ha hecho auténticos malabarismos para no acabar en el suelo, mis disculpas han sido recibidas con desprecios y maldiciones, lo que me ha hecho arrepentirme de haberme disculpado (¡haber avisado!). Olvido el mal rato y me centro en la escalada de la Torre del Moro...¡Cómo odio este ratito! Y es que después de tirar el estómago por la boca en la subida, de regalo viene otra subida empedrada, imposible coger un ritmo, ni siquiera soy capaz de subir un piñón sin que me fallen las piernas. Tal vez hoy he sido demasiado conservador en la subida, pero es que mis piernas no daban más de sí, cuando me he visto más cómodo he empezado a adelantar, con el riesgo que esto conlleva en este terreno y más con lo miedoso que soy yo, pero es que me estaba dejando llevar por el ritmo de los demás y eso me estaba frenando. Veo el final de la subida y subo de golpe plato y piñones, sé lo que viene y tengo que aprovecharlo, bajada rápida para recuperar las piernas y coger velocidad, luego un llano que precede a la subida al Faro, una subida sobre asfalto, en la que recupero, bebo agua, y me dejo llevar por otro grupo más rápido de ciclistas, una vez arriba, un tramo algo técnico de bajada y de nuevo llano hacia Gran Alacant donde nos dan una botella de agua...¡caliente! doy un trago y la tiro, mi bidón está mucho más frío, subo de nuevo piñones y aprieto de nuevo en una bajada rapidísima, en un camino recientemente allanado donde recupero posiciones aunque también me pasa más de un kamikaze. En el último falso llano me dejo llevar un poco, empiezo a pensar en el último segmento, me tomo un gel tranquilamente, tanto que algún ciclista me adelanta y me da ánimos pensando que estoy agotado... y no estaba muerto, no, no, ¡que estaba tomando cañas! Levanto la cabeza y tiro con fuerza en busca de los últimos que me adelantaron, contacto con ellos y al tiempo les informo de lo que nos queda por delante, que para muchos ha sido un alivio ya que donde había una bajada muy técnica en la que tenías que tomar todas las precauciones posibles, ahora hay una auténtica autopista por la que lanzarte sierra abajo en busca de la civilización... Esta parte sí que me gusta, llegar aquí vale la pena, dejarse caer por una larga y pronunciada cuesta que te lleva desde la sierra hasta la playa a velocidades de auténtico vértigo, en el paseo marítimo, me llegan voces de todos los lados, que se note que corro en casa, una muchedumbre espera en la zona de transición, bajo de la bici y miro a ver quien ha sido el malnacido que me ha cambiado los gemelos por estacas. Abandono el box y la dureza llega a una nueva dimensión. Quieres correr pero las piernas no responden, intentas buscar similitudes entre tu carrera y la que sueles hacer regularmente, aun así me sorprende que, yendo tan mal, estoy alcanzando corredores contínuamente, y eso psicológicamente ayuda. El calor es asfixiante, es cerca de mediodía y estamos corriendo sin sombra alguna... yo sin embargo me voy sintiendo mejor, estirando la zancada y adelantando corredores uno tras otro. Llego al punto en el que cambiamos el sentido, en La Cadena, y me veo fuerte, intento aprovechar el momento, voy animando a todos los que adelanto, este detalle te motiva tanto a ti como a quien animas, y cuando llego a la zona del Carloti empiezo a pensar en el sitio al que he llegado, de dónde venía y cómo estoy ahora, miro hacia detrás porque según mis cálculos Vicente me iba a recortar en la bici y en la carrera casi el tiempo justo para alcanzarme a estas alturas, pero no está ahí... miro el reloj y veo que voy a bajar de 1:50' mejor de lo que esperaba, subo el ritmo y enfilo la recta de meta. "¡Qué huevos tienes Joel!" "¡Vamos Joel!" "¡Ya lo tienes!" oigo gritos a ambos lados, miro entre la gente, conozco a todos...y a nadie... busco a una persona... no la encuentro... Hay tanta gente... intento entrar lo mejor posible a meta, un corredor, en todo su derecho, me "estropea" este momento entrando por el centro de la mano de su hijo, yo hago una entrada discreta, pero llego que es lo importante, paro el reloj: 1:48'22", satisfacción es la palabra, o más bien Triatleta...porque eso es lo que soy, un finisher, uno más de los que deambulaban por la zona de avituallamiento. Recojo la bolsa, curiosamente te la dan vacía y la vas llenando: una camiseta, una bebida, una barrita...poca cosa, la verdad, para ser la primera edición podían haberse esmerado más. Eso sí, voy en busca de mi medalla, para otros es una más pero para mí es muy especial. Poco a poco de entre todos los conocidos van brotando los "míos", veo a Vicente que finalmente llegó 2 minutos después de mí, nos reunimos con Fernan que tranquilamente me superó en todos los segmentos, creo que finalmente hizo 1:45' y luego nos encontramos con Josemi que esta vez no pinchó e hizo 1:27' y del que no sabíamos nada... el que decía que no sabía nadar y resulta que nos ha vapuleado a todos, Andrés, marcando un grandísimo tiempo de 1:39' destacando sobretodo los 21 minutos en el segmento de natación, haciéndolo casi al completo en braza... que cabrón. Todos contentos con la experiencia, nos contamos las sensaciones, hablamos con nuestros animadores y finalmente tras hacernos los remolones nos decidimos a irnos.
Tras la ducha, una cervecita y el gran momento de todas estas jornadas: comida para celebrar no sólo la carrera, sino el hecho de reunirnos una vez más un puñado de gente buenísima con y por los que vale la pena sufrir durante un par de horas para pasar otras tantas disfrutando a su lado.
Ahora ya estamos dentro, hoy han salido 4 nuevos triatletas, y seguro que todos repetirán, porque la experiencia es altamente recomendable, eso sí, que nadie se relaje, puede que la próxima vez demos la sorpresa.
Besos, abrazos, muchos agradecimientos a todos los que nos habéis apoyado y mil disculpas por haceros perder el tiempo leyendo hasta aquí.
En cuanto tengamos algo, las fotos estarán en www.facebook.com/atleticrunningclubalcoy